
“Al llegar a la mitad del viaje de la vida. Me desvié del camino recto, y desperté solo, en el oscuro bosque”
Dante.

El colgado simboliza todas las crisis que tienen como objetivo forzarnos a cambiar nuestro rumbo. Tenemos ante nosotros la posibilidad de quedar suspendidos indefinidamente, hasta que la vida se tome la libertad de decidir por nosotros o elegir conscientemente, sacrificio mediante, una nueva dirección.
Podemos seguir defendiendo, protegiendo y prolongando nuestros hábitos nocivos, nuestras posturas ante las cosas cotidianas, o abandonarlas en pos de algo superior.
Sentir la soledad y el aislamiento, el desamparo de la oposición al punto de vista familiar y colectivo, es una prueba para todos. A quién le gusta que le quiten el suelo bajo los pies?. Nos sentimos humillados. Hace poco soñaba que una señora me miraba y decía:_Es rara_ y lo repetía como con temor y algo de desprecio.
Pero basta ver la expresión gozosa del personaje y su serenidad para confiar en que vale la pena el reto. Está sembrado en la tierra y por lo tanto con paciencia dará frutos. Y nos conviene entrar en la experiencia del ahorcado sintiéndola en cuerpo y alma. Porque es a través de esta aceptación consciente que paradójicamente nos liberamos de la prueba.
Porque en ese momento la trascendemos.
Si podemos aceptar esta experiencia y “encomendar nuestro espíritu” a un poder superior al ego, podemos entonces entrar en una nueva vida, con un espíritu nuevo, como dice Jesús “vasijas nuevas para vino nuevo”.
Queda por ver si seguiremos esa llamada del Yo, que desea guiar a nuestro ego hasta la totalidad, hasta lo más elevado, donde se unen todas las cosas u optaremos por seguir colgados de nuestras pequeñeces.
Es esta
“Cada brizna de hierba tiene su Angel que se inclina sobre ella y le susurra: crece,crece”
Talmud.

La guía de almas que
No se presenta ante nosotros con gran estruendo sino que tenemos la sensación de que siempre estuvo allí junto a nosotros absorto en su tarea. Esperando que lo llamemos.
Y es en este momento de comienzo, de sentimientos encontrados e ideas conflictivas, de falta de suelo bajo nuestros pies y, por lo tanto de entrega, que se hace presente como un centro de oculto silencio.
Ayuda a reconciliar lo consciente y lo inconsciente, lo externo y lo interno y es esta integración la que tiene que ser hecha con equilibrio, temple y moderación.

Tiene dos vasijas que tienen poderes mágicos para, reunir, contener, preservar y sanar y está a nuestro lado recordándonos constantemente que nuestros planes no están totalmente bajo el control de nuestra conciencia.
Es necesario apelar a lo sagrado en nosotros, a ese conocimiento interior que es certero y que a veces, en distintas situaciones encuentra el centro y la mezcla correcta, como un alquimista hábil y diestro en el arte de vivir y convivir.