
George Harrison siempre ha sido mi beatle preferido, por supuesto el pisciano del grupo.
Eternamente sufriente, como buen pisciano, opacado por sus dos compañeros geniales, él mismo decía de Ringo y de sí mismo que eran Beatles de clase turista.
Odiaba la fama y la beatlemanía se había convertido en una auténtica pesadilla para él.
Enigmático y silencioso, en 1968 John dijo de él: “George en si mismo no es ningún misterio. Pero el misterio que tiene dentro de sí es inmenso. Lo más interesante es ver cómo lo va revelando poco a poco”.

No sé mucho sobre su vida, su primera esposa lo dejó por uno de sus mejores amigos, Eric Clapton y años más tarde se volvió a casar y tuvo un hijo, pero no creo que a George le interesara ser recordado por sus complejos problemas existenciales sino como un sincero e íntegro músico y buscador de Dios. En los 70, dijo a un diario: “La música tiene que usarse para percibir a Dios, no para mover el esqueleto”.
Partió pronto con 58 años, el jueves 29 de noviembre de 2001 y el anuncio de su familia fue el siguiente: “Se fue de este mundo como lo habitó, consciente de Dios, sin miedo a la muerte y en paz, rodeado de sus familiares y amigos”.
Muchas veces decía: “Todo lo demás puede esperar, pero la búsqueda de Dios no”.

Son las palabras de Bob Dylan su gran amigo, las que hablan de George como me gusta recordarlo:
“Era un gigante, un grande, un alma noble, con toda la humanidad, todo el ingenio y el humor, toda la sabiduría, la espiritualidad y el sentido común que puede tener un hombre. Y con toda la compasión. Inspiraba amor y tenía la fuerza de cien hombres.
Era como el sol, las flores y la luna, y lo vamos a extrañar muchísimo. El mundo está terriblemente más vacío ahora sin él”
Les dejo dos bellísimas composiciones de George, el beatle silencioso:
Los miro a todos ustedes
Y veo el amor dormido
Mientras mi guitarra dulcemente llora
Miro el suelo
Veo que hay que barrerlo
Y mi guitarra que dulcemente llora
No sé porqué
Nadie te dijo
cómo revelar tu amor
No sé cómo
Alguien pudo controlarte
Te compraron y te vendieron
Miro el mundo
Y veo que da vueltas
Mientras mi guitarra dulcemente llora
De cada error
Sin duda aprendemos
Y mi guitarra que dulcemente llora
No sé cómo
Pudieron distraerte
Y pervertirte también
No sé cómo
Te trastocaron
Nadie te avisó
Los miro a todos ustedes
Y veo el amor dormido
Mientras mi guitarra dulcemente llora
Los miro a todos ustedes
Y mi guitarra que dulcemente llora
George Harrison.
Y la hermosa "Something".
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