"No existe ninguna fórmula ni método secreto. Se aprende a base de amar: prestando atención, y haciendo lo que se descubre que hay que hacer"
Aldous Huxley

jueves, 3 de diciembre de 2009

Belleza y solidaridad



En el último post hablé del sentimiento que me produjo despertar con lluvia de nuevo sabiendo lo mal que la está pasando mucha gente en mi país.

Los comentarios recibidos y que agradezco mucho me hicieron reflexionar.

Hubo algunos que me sugirieron emprender acciones concretas, como enviar lo que se necesite al lugar. Esa es una de las formas de paliar la situación, afortunadamente las donaciones han sido muchísimas.

Existen varias maneras de ayudar, una es la de las personas que realizan trabajos sociales para mejorar las condiciones de vida de la gente.



He visto cuan desgastante es ese trabajo y a veces que corto vuelo puede tener sin una base sólida de fé y trabajo interno. Todos conocemos la inmensa tarea de la Madre Teresa y sus hermanas.

Más allá de su inquebrantable fé y fortaleza individual, no sé si sería posible si no tuvieran como tienen, muchas horas de oración y una comunidad en la que se sostienen mutuamente.

El trabajo de servicio diario, estar permanentemente en contacto con el sufrimiento, si no hay un apoyo alrededor, cuando la persona se siente sola en la tarea suele ser muy abrumador.


Otra manera no menos importante, es incluir a las personas en nuestras oraciones, ser capaz de ver su verdadera naturaleza.


Sentir la energía de la gran cantidad de personas que en este momento está rezando, meditando, o generando pensamientos positivos, es un sentimiento de unidad muy poderoso.

Creo que es el sostén energético del planeta, todas esas prácticas y acciones de corazón junto con la asistencia invisible con la que contamos evitan, en cierta manera que el planeta colapse.

A lo largo de los siglos millones de seres se han dedicado a acrecentar la energía de amor y paz en el mundo a través de sus cánticos, mantras y oraciones en una tarea a veces anónima, silenciosa y constante.

Como un río subterráneo que está siempre allí proporcionando frescura, y pureza a quien lo necesite.



Y una tercera forma de ayudar es unir el trabajo social y el trabajo interno como Ani Choying Drolma, una monja budista que financia una escuela para niñas y mujeres tibetanas en Katmandú, con los ingresos que obtiene como cantante.

La Escuela Arya Tara, situada en el valle de Katmandú, fue fundada en el año 2000 por la nepalí de origen tibetano Ani Choying Drolma con el objetivo de preparar profesionalmente a las monjas budistas para mejor cumplir sus labores sociales.

Según Choying Drolma, tradicionalmente la educación de la mujer se descuida en Asia:

“La mayoría de las niñas de mi convento de monjas proceden de las zonas rurales, ya sea del Tíbet, India o Nepal, culturas patriarcales en las que sólo se espera de las mujeres que cocinen, limpien y tengan hijos. Incluso en el convento, las monjas han aprendido a leer en tibetano clásico con el fin de hacer la práctica religiosa, pero muchas no son capaces ni de escribir su propio nombre.”

En la escuela Arya Tara las monjas aprenden literatura, matemáticas, ciencias, medicina y filosofía budista.

El trabajo de Drolma y la belleza de su canto contribuye, como el de tantos otros a hacer del mundo un lugar mejor.



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