"No existe ninguna fórmula ni método secreto. Se aprende a base de amar: prestando atención, y haciendo lo que se descubre que hay que hacer"
Aldous Huxley

domingo, 1 de noviembre de 2009

Sueños y realidad


A lo largo de mi vida los sueños han sido material importante de reflexión y autodescubrimiento. Muchas veces en momentos significativos un sueño me ha dado una indicación específica a seguir, una advertencia a tiempo antes de actuar, o simplemente se me muestra un aspecto de mí, difícil de advertir conscientemente.

Otros me han dejado completamente perpleja buscando por todos lados una posible explicación o significado.


Hace unos años teniendo como base de práctica el budismo tibetano soñé que me presentaban a una mujer mayor sentada en un trono en medio de una casa semiderruída. Su presencia era importante me miraba a través de unos ojos intensamente celestes. Yo no le reconocía. Alguien me decía: Es Padmasambhava (Gurú Rinpoché, él introdujo el budismo al Tibet). Era como que me presentaran al mismo Buda y yo no le reconociera. Inmediatamente me sentía profundamente avergonzada y me postraba a sus pies, llorando. Con una compasión y un amor de madre la mujer apoyaba sus manos sobre mi cabeza y me decía al oído._ Eso no es importante, lo importante es La Vida y me entregaba algo que nunca supe que fue porque en ese momento desperté.


Hace poco justo antes de decidir comenzar a practicar budismo zen sueño lo siguiente:

Estoy frente a Tara su historia es muy peculiar, fue una princesa que tomó votos de bodhisattva y por propia elección siempre renació en forma femenina para demostrar que no había diferencias entre renacer en cuerpo femenino o masculino, liberó a incontables seres del samsara hasta alcanzar el estado búdico final. Tara es conocida como la Madre de todos los Victoriosos, la Gran Compasiva.

También ella representa como deidad meditacional la sabiduría prístina de nuestra mente búdica y utilizamos su meditación como un espejo para entrenar nuestra mente.

En el sueño se presentaba como una joven mujer ataviada con los ropajes que caracterizan a las deidades budistas tibetanas y lo adornos correspondientes, cada uno con su significado especial. Recuerdo que me quedaba extasiada en sus ornamentos y su belleza sin igual.

Estaba entregando El Dharma a nosotros, la enseñanza refería al refugio budista.

Entre otras cosas ella nos decía que la gente se ocupaba demasiado del refugio externo y poco del refugio interno.


La idea de Refugio en el budismo no es tanto la de protegerse sino la de tomar como referencia para nuestra vida la propia naturaleza búdica, el potencial que poseemos para despertar. Contemplar un refugio estable es cultivarlo, tener la intención clara de cambiar la perspectiva de samsara a nirvana.

El refugio externo consiste en tener como referencia y guía las Tres Joyas: Buda, Dharma y Sanga.

Buda no sólo Buda Shakyamuni sino todos los seres que han alcanzado su mismo estado.

Dharma el cuerpo de las enseñanzas y la puesta en práctica de las mismas y Sanga la comunidad de practicantes que nos inspiran y apoyan.

El refugio interno por su parte es un refugio en el propio potencial ilimitado para iluminarse.

El buda interno es la semilla de la Iluminación que se encuentra sin excepción en la mente de cada ser consciente.

El dharma interno es nuestra sabiduría discriminativa natural que distingue lo real de los falso.

Y la sanga interna es la inspiración que podemos dar a otros con nuestra práctica.

A veces nos ocupamos tanto de las formas externas que perdemos de vista el confiar en nuestro propio potencial y recursos internos.

Cuando reconocemos y alimentamos ese potencial en cada acto de nuestra vida es cuando hemos descubierto el verdadero significado del refugio interno.


Es en ese momento de comprensión de la enseñanza y de la eficacia de sus métodos cuando siento que regreso a casa. Quizás llegue el momento que no necesite que una y otra vez se me recuerde lo mismo a través de los sueños, que es posible estar completamente satisfecho y feliz en cualquier situación, confiando solamente en nuestros recursos internos. Y que los objetos externos de refugio existen para que podamos reconocer en última instancia, como en mi sueño con Padmasambhava, nuestra verdadera Naturaleza búdica en la forma en que se nos presente, y aceptar los dones que ella tiene para entregarnos.

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