"No existe ninguna fórmula ni método secreto. Se aprende a base de amar: prestando atención, y haciendo lo que se descubre que hay que hacer"
Aldous Huxley

martes, 20 de octubre de 2009

La práctica budista de metta


Tomé contacto con la práctica budista de metta (amor benevolente) hace muchos años, a través de dos maestras, una norteamericana Sharon Salzberg en su libro sobre los brahma viharas (moradas celestiales).
Mediante la práctica de estas meditaciones hacemos nuestro hogar en el amor, la compasión, la alegría compartida y la ecuanimidad, fácil de decir difícil de practicar.


La segunda maestra mujer que me brindó otra mirada sobre la misma práctica fue Ayya Khema una monja budista alemana de la tradición theravada, a través de su libro “Siendo nadie, yendo a ninguna parte”.






Los dos libros fueron hermosos regalos, el primero de mi esposo, y el segundo de un amigo budista que conocí practicando budismo tibetano y que me insistía una y otra vez que tenía que ir a los orígenes, a las prácticas que hacía Buda.
Unos cuantos años después, habiendo pasado un tiempo relativamente largo de práctica budista tibetana, me desvinculé de los grupos.
Hoy siento que el camino va por otro lado, como dice Ken Wilber las religiones esotéricas en esencia son casi idénticas, solo superficialmente tienen estructuras enormemente dispares. Y esa síntesis es individual, no existe un camino único.

Pero volviendo a la práctica de metta, creo que si verdaderamente hiciéramos nuestro hogar en esas cuatro prácticas nuestra vida no solo sería más sencilla sino que más cabal.
Quizás todos estos años de budismo tibetano con sus complejas meditaciones al final me condujeron hasta lo más esencial, esta sencilla pero profundísima práctica.

Y fue con un monje theravada argentino, abad de un monasterio en México que hace unas semanas recibí por primera vez la enseñanza oral de la meditación de amor benevolente. Esta vez las circunstancias se conjugaron a mi favor como si todo encajara perfectamente, simplemente un email y yo estaba allí sin ningún contratiempo.

Pero lo que más me llamó la atención fue que antes, mis meditaciones teniendo como guía los libros de Sharon y de Ayya, comenzaban directamente con metta y esta vez como requisito previo para realizarla correctamente tuvimos que hacer una meditación sobre el perdón. Y eso lo cambió todo. Fue eso lo que hizo la diferencia porque entrabas en la meditación limpio, sin lastres, y es completamente necesario, para dar amor.
Cuantas veces me he revelado porque considero que alguien me exige pedirle perdón, y el ego cuanto más le forzás a algo más se resiste. Pongo mil justificaciones, entre ellas, pero si en definitiva los dos estuvimos mal tantas veces en estos últimos 21 años.

Pero esta vez sentí que iba más allá de eso, que era un punto de inflexión, que tal vez esa era la razón por la que yo estaba allí, para recibir esa pequeña pero poderosa práctica que hizo toda la diferencia y que se resume en tres sencillos pasos: Juntar las manos en oración.
Pedir perdón.
Perdonar.
Perdonarme.

Parte del Sutra del Amor Incondicional de Buda:
“Así como una madre ama y protege a su hijo, su único hijo, con riesgo de su vida,
así debe cultivar este amor ilimitado por todos los seres que pueblan el Universo entero
extendiéndolo con una conciencia sublime hacia arriba y hacia abajo y a través del mundo, con serenidad, libre de odio y enemistad…”






(El audio de las meditaciones, así como muchas otras enseñanzas están a disposición en la página de Venerable Bhikkhu Nandisena, www.btmar.org, es extremadamente generoso en compartir sus enseñanzas)

3 comentarios:

  1. Gracias Ale por estar allí, ya te estaba extrañando. Te gustó lo de Durkheim?.

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  2. Gracias a ti por compartir =) no vi lo de Durkheim.

    Respecto a Metta, la verdad que es algo a lo que aspiro practicar y me ha dado Enormes resultados positivos. Y creo que la palabra practicar es importante, practicar implica repetición, perpetuación en el tiempo. Hacerlo con metta implica que no importa lo que nos pase o lo que la vida nos arroje, teniendo el corazón abierto podemos recibirlo con amor, compasión, amabilidad... y ese hecho de reaccionar con amor, hace que independientemente de lo que pase, estás generando "buen karma" en el momento presente y eso si bien como dijiste es más difícil de hacer que de decir, es infinitamente fuerte. Y fuente constante de bienaventuranza.

    Beshu!

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